ChatGPT hará tus deberes el próximo curso... o no
Estos días he leído el siguiente titular:
“ChatGPT hará tus deberes el próximo curso”.
Y viene al hecho de que OpenAI ha presentado una nueva herramienta dentro de ChatGPT llamada "modo estudio", una función especialmente diseñada para potenciar el aprendizaje activo y la comprensión profunda, en lugar de limitarse a ofrecer respuestas rápidas o directas.
Y me hizo reflexionar.
No pude evitar recordar aquellos años en los que se decía que los libros en papel desaparecerían con la llegada de los ebooks. O cuando Internet iba a hacer que dejáramos de estudiar porque ya lo teníamos “todo en Google”.
Hoy seguimos leyendo libros en papel, los ebooks conviven con ellos, y seguimos aprendiendo, cada cual a su ritmo y con sus herramientas.
Recuerdo que cuando era estudiante también se decía lo mismo de Google: que los alumnos hacían los trabajos con copy/paste y que eso acabaría con el esfuerzo intelectual.
Pero si retrocedo más, a mi adolescencia, cuando la profesora de historia nos mandaba un trabajo, todos íbamos a la enciclopedia. Sí, la de papel, con sus tomos enormes en la estantería. Y había quien copiaba literalmente lo que ponía... y quien leía, entendía y resumía con sus palabras.
¿Qué ha cambiado entonces? El soporte. Pero no la actitud.
Toda la vida ha habido quien copia sin pensar, y quien aprovecha el ejercicio para aprender algo.
La tecnología cambia, pero el dilema sigue siendo el mismo:
¿cómo decides tú usar lo que tienes a tu alcance?
Ahora, con la inteligencia artificial, vuelve el mismo miedo de siempre:
“Nos va a hacer más vagos”, “los estudiantes dejarán de esforzarse”.
Pero la herramienta no es el problema.
El problema, o la oportunidad, está en cómo la usamos.
Hay quien usará la IA para que le haga los deberes. Igual que hay quien copiaba de la enciclopedia.
Pero también hay quien la usa para estudiar, para preguntar lo que no entiende, para practicar un idioma o mejorar un texto.
La IA no viene a pensar por nosotros, sino a acompañar nuestros procesos.
Puede ayudarnos a comprender mejor, a encontrar ejemplos personalizados, a recibir una tutoría a las 3 de la madrugada si hace falta.
Pero si no hay intención por aprender, tampoco habrá aprendizaje. Con o sin IA.
Lo mismo ocurre en el trabajo: la IA puede liberar tiempo, mejorar decisiones y automatizar tareas repetitivas.
Pero si no cultivamos pensamiento crítico, creatividad o capacidad de adaptación, ningún asistente virtual nos salvará de la irrelevancia.
Por eso es tan importante educar en el uso ético, crítico y consciente de estas herramientas.
No para rechazarlas, sino para entenderlas, aprovecharlas y, sobre todo, no depender ciegamente de ellas.
La IA no tiene voluntad. Nosotros sí.
Ahí está la diferencia. Y también la responsabilidad.
¿Qué uso vas a hacer tú de la IA?
¿Para copiar... o para comprender?
¿Para evitar pensar... o para pensar mejor?
La herramienta está sobre la mesa. El uso que le demos, es decisión nuestra.
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